¿Cómo resolver los conflictos familiares? La mediación, una opción

La familia es un sistema vivo que crece, avanza y retrocede, incluso a veces se estanca, se paraliza o se rompe. Por ello, existen numerosas situaciones conflictivas por las que pueden atravesar las familias (ciclos vitales, problemas de comunicación entre la pareja o los hijos, factores externos como puede ser el trabajo, la separación o divorcio…)

Los cambios son casi siempre conflictivos, y el conflicto es inevitable en toda relación viva. Es cierto que en los conflictos se ponen en marcha tanto mecanismos psicológicos como fisiológicos y que estos pueden ser negativos y cronificar de esta forma el conflicto, o se pueden modificar para romper con la dinámica que lo mantiene. El conflicto puede interpretarse, por lo tanto, como una lucha entre las partes, o puede también verse como una oportunidad de cambio.

Por eso es importante comprender que cuando, los conflictos se dan en las parejas, en la familia, los esfuerzos deben dirigirse a procurar hacerse el menor daño posible y más, cuando existen menores de por medio. El mayor momento de tensión para los menores coincide, normalmente, con la separación o divorcio de los padres. Frecuentemente, durante este proceso, se rompe la comunicación entre los miembros de la pareja y se deja a los menores en la ignorancia de lo que está ocurriendo, lo cual les puede generar consecuencias a nivel emocional. Por eso es importante la forma en la cual los progenitores gestionan dicha situación.

En muchas ocasiones esto es complicado debido a los factores emocionales que se ponen en juego. A veces las partes están más preocupadas por negociar en base a ganar o perder que se olvidan de los que pueden sufrir de las consecuencias de esta negociación, enfrascándose en procesos contenciosos que en muchas ocasiones, más que beneficiar a la relación entre las partes, las distancia más.

Por eso, una alternativa a este tipo de procesos es la mediación. La mediación es un proceso totalmente voluntario en el que uno o varios profesionales (con cualificación en mediación) neutrales, imparciales, y sin poder decisorio, ayudan a las partes para que ellos mismos puedan llegar a soluciones.

Actualmente, en nuestra sociedad, nos falta tiempo y espacio para dialogar, lo cual puede conllevar dificultades en la comunicación y en la relación. La mediación ofrece dicho espacio para que las partes en disputa, puedan hablar, comunicarse, escucharse y entenderse.

 Tal y como se comenta, los principios de la mediación son los siguientes:

  • Voluntariedad: se trata de un proceso voluntario, es decir, son las partes las que desean iniciar el proceso, nadie puede ser obligado a iniciarlo o a mantenerlo en contra de su voluntad. Lo que se pretende es que las partes se vean como parte activa del proceso y esto hace que la implicación sea mayor, por lo que es importante que exista dicha motivación intrínseca a la hora de adentrarse en este proceso.
  • Imparcialidad: El profesional no se posiciona con ninguna de las partes, por lo que mantiene una postura intermedia. Los únicos protagonistas son las partes implicadas en el proceso.
  • Neutralidad: A pesar de que los mediadores tengan sus propios puntos de vista, valores… en el proceso de la mediación no se muestran ni se utilizan para influir en los acuerdos.
  • Colaboración: Las decisiones no vienen impuestas por un tercero, son las partes las que tienen que llegar a acuerdos, por lo que la colaboración entre ellos es muy importante.
  • Confidencialidad: Las sesiones son confidenciales, el profesional está obligado a guardar en secreto la información, siempre y cuando no corra peligro ningún tercero o la misma persona.

DIFERENCIAS ENTRE UN PROCESO CONTENCIOSO Y UN PROCESO DE MEDIACIÓN:

Mediación en conflictos familiares en Bilbao y GetxoLa mediación tiene limitaciones, no siempre es apropiada o posible, es decir, existen algunos casos en los cuales la mediación no sea el mejor proceso (como pueden ser en los casos de violencia de género, personas incapacitadas…) y haya que dejar paso a la justicia. Pero sí es cierto, que el proceso de mediación tiene aspectos positivos que ayudan a la resolución del conflicto pero, que sobre todo, ayuda a que la relación entre las partes sea más positiva y que el acercamiento que se produce y las habilidades que se adquieren, puedan servirles de ayuda para futuras situaciones.

Una de las primeras diferencias radica en que en el proceso de mediación, se intenta que las partes busquen intereses mutuos, que sean capaces de tener en cuenta las necesidades del otro además de las suyas e intentar encontrar puntos en común de los cuales ambos sean beneficiarios. A la contra, los procesos contenciosos, tratan a las partes como adversarios, lo que hace que cada uno se posicione aún más en sus intereses, interprete los del otro como contrarios y el conflicto se mantenga durante más tiempo a pesar de que se llegue a un resultado.

Además, la mediación potencia la comunicación y la escucha entre ellos, no así en los procesos contenciosos, ya que son los abogados los que intervienen como defensores de sus clientes y los jueces como figuras decisorias. Comunicarse y expresarse entre ellos, reduce las diferencias, tiende puentes y hace que las partes puedan acercarse, a diferencia de la distancia que puede generar el proceso contencioso.

Por otra parte, en el proceso de mediación son ellos mismos los que se expresan, es decir, utilizan sus propias palabras sin que un abogado lo haga en términos jurídicos, como ocurre en las litigaciones. Entre ellos exploran todas las alternativas posibles, intentan encontrar los mayores puntos en común y los mayores beneficios para todos, lo cual puede conllevar la solución del conflicto y la reducción de la tensión, al contrario de lo que ocurre en los procesos judiciales.

Al sentir que los acuerdos a los que llegan o las soluciones que se plantean a través del proceso de mediación son acuerdos o decisiones tomados por ellos mismos, es decir, consensuadas, tienen más probabilidad de perdurar en el tiempo y de mayor cumplimiento que aquello que es impuesto.

Todo esto es mucho más positivo cuando se trata de familias con menores. Tal y como hemos indicado, a diferencia de los procesos contenciosos, el proceso de mediación acerca a las partes, hace que sean capaces de comunicarse y verse como un equipo más que como adversarios y de todo esto los mayores beneficiarios son los menores. Al favorecer la comunicación y el acercamiento, se evitan los resentimientos hacia el otro que sí pueden generar los pleitos.

Por otra parte, el proceso de mediación es más rápido que los procesos judiciales y tiene menor coste económico.

En general, el hecho de que se trate de un proceso extrajudicial hace que se evite el estrés que generan los pleitos y se cree un ambiente más cálido y confortable, lo cual propicia un ambiente más colaborador y que exista menos tensión entre ellos, por lo que la relación entre las partes y de estas con sus hijos, es más favorable.

¿CUÁLES SON LOS OBJETIVOS QUE OFRECE LA MEDIACIÓN?

Lo que se pretende, principalmente, es solucionar los momentos difíciles con el menor coste emocional que tiene para las familias, pero sobre todo, para los hijos. Se trata de buscar las mejores soluciones hablando, escuchando y entendiendo el punto de vista del otro.

Haciendo un resumen de todo lo comentado hasta ahora, los objetivos principales del proceso de mediación son los siguientes:

  • Mejorar y facilitar la comunicación
  • Mejorar y conservar la relación entre las partes y evitar el enquistamiento del conflicto
  • Tener en cuenta las situaciones de cada una de las partes
  • Explorar las alternativas y encontrar soluciones consensuadas y adecuadas a cada situación concreta

La mediación familiar no es la mejor opción para todos los problemas y tiene sus limitaciones, pero sí es cierto que se trata de un proceso con múltiples resultados positivos para las partes. Tal y como hemos mencionado a lo largo del texto, el fin último no radica en conseguir un acuerdo, sino más bien en conseguir que las partes sean capaces de comunicarse, potenciar la relación entre ellos. Y sobre todo en los casos en los cuales hay menores de por medio, ayudando a los progenitores a pensar en beneficio de éstos, y evitar que los resentimientos aumenten y afecten a la relación entre ellos y que de forma indirecta, les afecte también a los menores.

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