Preparación psicológica para madres y padres primerizos
Preparación psicológica para madres y padres primerizos en Bilbao
Desde el Centro Psicológico Gran Vía queremos ofrecerles la posibilidad realizar una preparación psicológica previa ante la llegada de un hijo con el objeto de poder disfrutar al máximo de un acontecimiento tan maravilloso en nuestra vida. Les daremos pautas y ejemplos para conseguir, que a través de una buena preparación y anticipación de los cambios que se producen en esta etapa, la pareja pueda disfrutar en mayor medida del bebé y mantener viva y de forma sana su relación de pareja.
A continuación les detallamos algunos aspectos importantes a tener en cuenta:
Tener un hijo es uno de los acontecimientos más importantes y apasionantes de la vida pero, a su vez, también es uno de los más estresantes y desconcertantes. La experiencia de tener un hijo debería ser buscada, deseada con ilusión y compartida por la pareja, sustentada por un vínculo estable, y creando las mejores condiciones psico-afectivas que favorezcan un embarazo distendido, relajado y esperanzador.
La posibilidad de divertirse, de continuar con normalidad las tareas que antes se realizaban, de buscar en conjunto momentos agradables para compartir, para planificar, para ilusionarse juntos, es algo necesario para la estabilidad emocional de la pareja.
Es importante ser consciente de lo mucho que puede cambiar la vida la llegada de un hijo. Si la relación de pareja está lo bastante consolidada y los dos miembros están convencidos, el bebé será el mejor regalo. No obstante, hay que ser conscientes que las relaciones de pareja cambian irremediablemente con la llegada del pequeño. En algunos casos tienden a mejorar pero, en otros, puede llegar a costar aceptar que los intereses personales y los de los dos tendrán que modificarse, en gran medida, ante las demandas de un nuevo miembro en la familia.
Tener un hijo es una responsabilidad enorme y lleva implícito gran dosis de sacrificio.
Los hijos necesitan de sus padres para crecer, pero a cambio ellos dan mucho, tanto que para la mayoría de las mujeres la maternidad es lo más importante de su vida.
Hace años las mujeres vivían para tener hijos. Se preparaban para ello y no se planteaban en ningún momento cómo iba a modificar su vida aumentar la familia. Ahora las cosas han cambiado. Desde que se extendieron los medios de planificación familiar, las parejas deciden cuándo y cuántos hijos quieren tener. El perfil de la nueva madre también es distinto: el porcentaje de mujeres jóvenes que trabajan exclusivamente en casa es muy bajo.
La incorporación de la mujer al trabajo ha provocado que se retrase la edad del primer embarazo, algo que en principio requiere más atención médica, pero que indudablemente provoca que se trate de hijos deseados y concebidos en plena madurez. Esta aparición de nuevos roles en la familia, principalmente en el caso de la madre, también es necesario tenerlo en cuenta a la hora de tomar la decisión de tener un bebé para considerar cuál es la mejor forma de gestionar la situación, en base a las necesidades afectivas del niño, el cambio de ritmo y necesidades de la madre y la situación socio-económica en la que se encuentre la familia de origen.
La maternidad cambia aspectos esenciales de la personalidad de uno mismo y de la pareja. Son cambios que “merecen la pena”, pero hay que considerarlos a la hora de decidir si se quiere aumentar la familia. El cúmulo de responsabilidades que un bebé supone (cuidados, educación, rutinas, límites…) más los miedos e inseguridades (parto, cambios físicos, sentirse capaz…) que por ser padres primerizos, normalmente, aparecen influyen en el comportamiento. La responsabilidad es muy grande, a la vez que satisfactoria, la atención tiene que dividirse entre el bebé, pareja y uno mismo, al igual que las responsabilidades.
Para evitar malentendidos y situaciones conflictivas, se recomienda estudiar en pareja, o uno solo como madre o padre soltero, las posibles situaciones y soluciones antes de que nazca el bebé y enfocar su llegada como una oportunidad para el acercamiento, en lugar de como una complicación. Si los padres ven la llegada del bebé como algo positivo para la relación y no como un obstáculo que puede separarles, se minimizará la sensación de soledad y abandono que suele darse a menudo.
Uno de los miedos más comunes es el que tenemos ante lo desconocido; y para las madres y padres primerizos, no hay nada más desconocido –y atemorizante- que la llegada de un bebé. Sentir miedo es algo innato a la persona, una herramienta que cumple un papel adaptativo, ya que gracias al mismo nos activamos ante una señal de peligro para poder huir de ella o, en caso de tener que enfrentarla, contar con mayores recursos, psíquicos y físicos, para hacerlo adecuadamente. Esto sería una buena gestión del miedo. En el caso que nos compete, saber lo que conlleva el embarazo y la llegada de un bebé y prepararse de antemano sería una forma positiva y adaptativa de gestionar ese miedo.
La información al respecto y abordaje de temores e inseguridades, además de solventar cuestiones objetivas, genera seguridad, confianza, protección, comprensión…, en los futuros padres. A pesar de no ser hasta el momento de tener el bebé en brazos cuando nos familiarizamos con la experiencia, el hecho de prepararnos previamente y poder expresar lo que sentimos hacia lo que nos espera, genera una calma y una mayor estabilidad emocional que permite afrontar la experiencia con mayor satisfacción y soltura lo que, a su vez, beneficiará los cuidados y la atención hacia el bebé y hacia la pareja. La desinformación, falta de información o falta de un espacio para la comunicación y manifestación de emociones se traduce, a menudo, en sentimiento de abandono, incomprensión, confusión… y pueden tintar de complicaciones el momento de la espera de un hijo.
Después de nueve meses de espera ya nació el bebé. Pasadas las ansiedades y preocupaciones normales del embarazo, ¡empiezan otras nuevas! Entender a un bebé lleva tiempo. Al llevar al pequeño a casa, ¿cómo sabemos si está enfermo o el llanto es normal?, ¿tendrá hambre o sueño?, ¿habrá dormido o comido lo suficiente?…
Nuevamente, es perfectamente normal que los padres primerizos se sientan atemorizados y dubitativos. Como recién estrenados padres, llegarán muchos consejos de todo el mundo acerca de cómo cuidar al bebé: desde cómo dormirle por la noche, hasta qué ropa ponerle. Sin embargo, este aluvión de consejos no siempre es productivo. Demasiada información sobre lo que debe y no debe hacerse puede llegar a confundir y a agobiar, si uno mismo no sigue su propio criterio y se familiariza por sí mismo con lo que supone la nueva experiencia que se está viviendo. Aún así, hay que aprender a aceptar los consejos y la ayuda adecuada y proporcionada, que podría ser desestresante y muy valiosa, para no asumir toda la responsabilidad uno de los progenitores.
Los niños no vienen con un manual de instrucciones ni los futuros padres nacen sabiendo por lo que hay un margen de error que hay que asumir y aceptar como padres primerizos, como algo normal, para poder corregirlo a través de la formación y experiencia. Es necesario abordar todo esta revolución de sentimientos y sensaciones y favorecer la formación del vínculo afectivo con el bebé para crear una conexión emocional.
Para proporcionar herramientas a los padres que son primerizos y fomentar su autoestima como cuidadores, planteamos la posibilidad de ayudarles a lo largo de este proceso, previo al nacimiento del bebé y posterior al mismo realizando sesiones terapéuticas de preparación en las que se enseñarán pautas de comportamiento, gestión de emociones y recursos de cómo actuar de forma adecuada ante las diversas situaciones a las que nos enfrentamos durante la educación de nuestros hijos. Además se pretende que la pareja mantenga durante este proceso, su propio espacio y una sana relación de forma que todo ello repercuta en el bienestar del sistema familiar compuesto a hora por padres e hijos.