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Con las exigencias que entraña el estilo de vida actual, el estrés y la depresión son unas de las patologías más frecuentes y devastadoras. Concretamente, el mundo laboral es una de las principales fuentes de estrés y angustia entre las personas que acuden a las consultas de psicología, como motivo de consulta primario, o como motivo subyacente a crisis de pareja y malestar familiar.
El estrés se podría definir como la respuesta fisiológica, psicológica y de comportamiento de un individuo que intenta adaptarse y ajustarse a presiones internas y externas, adaptación que exige un esfuerzo físico, psicológico y emocional. Y el estrés laboral surge cuando se da un desajuste entre la persona, el puesto de trabajo y la propia organización. La persona percibe que no dispone de recursos suficientes para afrontar la problemática laboral y aparece la experiencia del estrés.
El organismo reacciona ante las situaciones estresantes poniendo en marcha un conjunto de respuestas adaptativas, cuyo fin es restablecer el equilibrio. Para ello, utiliza un repertorio de reacciones fisiológicas (aumento de la frecuencia cardiaca y la presión sanguínea, aumento de la respiración, tensión muscular, aumento de la transpiración, etc.), mentales (percepción y evaluación de la situación, de los recursos a disposición y toma de decisiones) y de conducta (enfrentamiento, huida o pasividad). El problema aparece cuando esta activación supera la capacidad de la persona, cuando este proceso de activación es muy intenso o excesivamente largo en el tiempo. En estos casos, los recursos se agotan y llega el cansancio mental.
Como hemos dicho, el estrés es un fenómeno cada vez más frecuente y con consecuencias muy importantes, ya que puede afectar al bienestar físico y psicológico del que lo padece, pero también de los de su entorno. Dentro de las consecuencias para el individuo que lo padece debemos distinguir entre aquellas que se manifiestas a nivel físico y las que lo hacen a nivel psíquico. Y además, algunas de estas consecuencias pueden manifestarse a corto, medio o largo plazo dependiendo de la intensidad del malestar.
Dentro de las posibles consecuencias físicas habituales en quienes padecen estrés laboral están las alteraciones cardiovasculares como las arritmias o la hipertensión; alteraciones dermatológicas como la caída del cabello; alteraciones sexuales como la disfunción , eyaculación precoz, una disminución o aumento del apetito sexual, o vaginismo; alteraciones musculoesqueléticas como contracturas musculares; dolores crónicos o tics nerviosos; muy frecuentemente alteraciones digestivas como la diarrea o estreñimiento, o ulceras pépticas. Se presenta una disminución de la resistencia del organismo frente a agentes patógenos y por tanto mayor propensión a enfermedades infecciosas. Otra de las consecuencias mas frecuentes que presentan las personas sometidos a estrés laboral es la aparición de dolores de cabeza o cefaleas.
Las consecuencias psíquicas son menos perceptibles, pero en cambio, mucho mas frecuentes. Absolutamente todas las personas que sufren esta situación experimental al menos alguna consecuencia psicológica, además de emocional. Las posibles consecuencias pueden ser: dificultad para concentrarse; dificultad para tomar decisiones; preocupación excesiva.; dificultad para mantener la atención; sensación de confusión; sentimientos de falta de control; hipersensibilidad a las críticas; tartamudeo; imprecisión al hablar; precipitación al actuar; dificultad para conciliar el sueño. Trastornos de tipo afectivo como mal humor frustración, ansiedad o incluso un estado de depresión; presencia de pensamientos autodestructivos; explosiones emocionales. Además, se ha demostrado que entre los individuos que sufren estrés laboral, aumenta considerablemente el riesgo de conductas perjudiciales para la salud como el tabaquismo, el alcoholismo o el consumo de drogas. También parece haber un aumento significativo de desórdenes alimenticios como la obesidad, la anorexia o la bulimia.
Siendo los dolores musculares y de cabeza, el agotamiento e irritabilidad, los cambios en el sueño, en la alimentación, en la vida sexual y en el estado de ánimo, los síntomas que se dan con mayor frecuencia entre las personas con estrés, queda claro que se pone en riesgo la estabilidad y bienestar de la pareja, pues estos interfieren directamente en la calidad de vida del día a día. Por lo que, otra de las consecuencias del estrés laboral que siempre se da, es el progresivo deterioro de sus relaciones personales, tanto familiares como de amistades o pareja, pudiendo provocar la ruptura de dichas relaciones, y en casos extremos, un marcado aislamiento social.
Para evitar que el efecto del estrés laboral en la pareja sea tan devastador, es importante entender cómo el estrés puede afectar la relación de pareja.
Lo principal, y también más difícil, es aprender a reconocer que uno está padeciendo estrés. Es aconsejable tomarse un tiempo para descubrir la raíz del problema, reflexionar sobre ello, y luego poder hablarlo con la pareja. Si las emociones negativas que produce el estrés laboral no son compartidas con la pareja, es posible que el/ella no comprenda el porqué del malestar, y se aleje. Esto podría provocar que ambos miembros de la pareja se sientan aislados y solos. Por eso, se aconseja que se hable en la familia de ello, aunque sea probable que la pareja no entienda las razones para sentirse estresado, pues es una persona diferente, pero, aún así, podrá suponer un pilar de apoyo, y podrá ayudar a pensar en maneras de evitar que el estrés aumente.
Además, algunas personas evitan la intimidad con su pareja cuando están estresados, porque están cansados o emocionalmente agotados. Esto alimenta una conducta retroactiva de aislamiento. En este caso, la intimidad no solo se refiere a las relaciones sexuales, sino a todo conducta de cercanía afectiva con la pareja, sea física o verbal. La intimidad ayuda a aliviar la tensión y la ansiedad, y eso puede que reduzca, en parte los síntomas del estrés laboral.
Realmente, no existe un solo remedio para combatir el estrés laboral y sus consecuencias, pero de nosotros depende cómo reaccionar ante esta situación y qué ayudas buscar.
BIBLIOGRAFIA
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Peiró J.M., (1993). Control del estrés laboral. Ed. Eudema, Madrid
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Peiró J.M., (2001). El estrés laboral: una perspectiva individual y colectiva. Ed. Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo, número 13-2001, pág. 18-38.
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